La Historia de Navután y las Runas Increadas


Resumiendo, la historia que los Atlantes blancos trasmitieron en forma de Mito a los pueblos nativos, sería la siguiente. Vivía en la Atlántida una Virgen Blanca Muy Santa, consagrada al servicio del Dios Incognoscible y entregada a la contemplación de la Luz Increada.
Afligida por la terrible hambruna que azotaba a su pueblo, aquella Virgen pidió auxilio al Incognoscible; y este Dios Supremo, cuya Voluntad es la Gracia, le enseñó un camino hacia el Planeta Venus. Ya allí, la Virgen recibió del Enviado del Incognoscible varios ejemplares de la Planta del Trigo, con la que se saciaría el hambre material de los hombres, una Vara, que serviría para medir la Traición Blanca, y la semilla de un Niño de Piedra, que algún día sería hombre, se pondría a la cabeza de la Raza Blanca, y saciaría su hambre espiritual. 
Al regresar de Venus, la Virgen Blanca, que no había tenido jamás un contacto carnal con ningún hombre, estaba encinta de Navután.
 Los Dioses Liberadores le habían anunciado ya que sería madre y daría a luz un niño cuya Sabiduría espiritual libraría a la Raza blanca de la esclavitud material. 
Un reptil intenta impedir que la Virgen cumpla su cometido pero Ella lo elimina aplastándole la cabeza con su pie derecho. Pasado el plazo, la Virgen alumbra a Navután y lo educa como Guerrero Constructor, contando con la ayuda de los Guardianes de la Sabiduría Lítica.

Existía en la Atlántida un sendero que conducía hasta un Jardín Encantado, el cual había sido construido por el Dios de la Ilusión. Crecía allí un Antiguo Arbol Granado, conocido como el Arbol de la Vida y también como el Arbol del Terror, cuyas raíces se extendían por toda la Tierra y cuyas ramas se elevaban hasta las Moradas Celestes del Dios de la Ilusión. Cerca de ese Granado Hechizado se hallaba un Arbol Manzano, tan Antiguo como Aquél, al que se llamaba el Arbol del Bien y del Mal o el "Arbol de la Muerte"
Era creencia corriente entre los Atlantes que el hombre, en un Principio, había sido inmortal: la causa de que el hombre tuviese que morir se debía a que los Grandes Antepasados habían comido del Fruto de este Arbol y la Muerte se había trasmitido a los descendientes como una Enfermedad. En verdad, la sangre del Arbol, su Savia Maldita, se había mezclado con la Sangre Inmortal del Hombre Original y regulaba desde adentro la Vida y la Muerte. Y nadie conocía el Remedio para esa Enfermedad.
Navután, que carecía de padre humano, había nacido inmortal como los Hombres Originales, pero su inmortalidad era, por eso mismo, esencial, propia de su especial naturaleza espiritual; en consecuencia, su inmortalidad era incomunicable a los restantes hombres blancos, no servía para que ellos recuperasen la inmortalidad perdida. Por eso Navután, con el apoyo de su Divina Madre, la Virgen Ama, decide hacerse mortal y descubrir para los...
hombres el secreto de la inmortalidad.Desde que los Grandes Antepasados comieran el Fruto del Arbol de la Muerte, nadie se atrevía a acercarse a él por temor a la Muerte. Pero Navután era inmortal como los Grandes Antepasados y pudo, como Ellos, aproximarse sin problemas.
Una vez junto al Arbol, Navután cortó y comió el Fruto prohibido, quedando inmediatamente hechizado por la Ilusión de la Vida: ahora sólo le faltaba descubrir el secreto de la Muerte sin morir, puesto que si perecía en el intento jamás podría comunicar la Sabiduría a los hombres blancos.
Es entonces cuando Navután se auto-crucifica en el Arbol del Terror, para vencer a la Muerte, y pende nueve noches de su tronco (XII El Colgado). Empero, mientras el tiempo transcurría, la Muerte se avecinaba sin que Navután consiguiese comprender su secreto. Al fin, ya agonizante, el Gran Jefe Blanco cerró su único ojo, que mantenía fijo en la Ilusión del Mundo, y miró hacia el Fondo de Sí Mismo, en una última y desesperada reacción para salvar la vida que se apagaba sin remedio. Y en la cima de Sí Mismo, en medio de la Negrura Infinita de la Muerte insinuada, vio surgir una Figura Resplandeciente, un Ser que era Pura Gracia: se trataba de Frya, la Alegría del Espíritu, su Divina Esposa del Origen que acudía en su auxilio.

Cuando Navután abre nuevamente su ojo, Frya sale por él y se interna en el Mundo del Gran Engaño: va a buscar el secreto de la Muerte para salvar a su Esposo agonizante. Sin embargo no logra conseguirlo y el tiempo se acaba inexorablemente. Al fin, sin desesperar, Frya se dirige a Hiperbórea para consultar a los Dioses Liberadores; Ellos le aconsejan buscar a un Gigante bicéfalo que habita en un Mundo situado bajo las raíces del Arbol del Terror y que ejerce el oficio de clavero: a ese Gigante debe robarle la Llave Kâlachakra, pues en ella los Dioses Traidores han grabado el secreto de la Muerte. 
(Nimrod de Rosario dice en “Fundamentos de la sabiduría hiperbórea”: “Por medio de la llave Kalachakra los Siddhas Traidores de Chang Shambalá mantienen desde hace millones de años el encadenamiento espiritual, cuya consecuencia es la raza híbrida de los viryas...” http://www.nimrod-de-rosario.com/sexto_tomo.htm)
El Mito de los Atlantes blancos es aquí muy complejo y sólo conviene mencionar que Frya, transformada en Cuervo, desciende al Mundo del Gigante bifronte y le roba la Llave Kâlachakra: más, para conseguirla, ha tenido que convertirse en asesina y prostituta; Frya, en efecto, quiebra con un golpe de su hacha la Llave Kâlachakra, pero el paletón, al caer, se transforma en siete gigantes de siete cabezas cada uno, quienes “duermen para que las Razas raíces vivan por ellos”; acto seguido, y sin alternativas pues está urgida por el tiempo, Frya se viste con el Velo de la Muerte que aquellos gigantes tienen sujeto con un lazo en cada cuello: luego los despierta sucesivamente y se entrega a ellos como amante, pero inexorablemente los va decapitando en la culminación del orgasmo; y las cabezas de los Gigantes, ensartadas en una cuerda o sutrâtma, forman el collar de Frya Kâlibur, en el que cada cráneo representa un Signo del Alfabeto Sagrado de la Raza Blanca. Por fin el Velo de la Muerte queda suelto y Frya, nuevamente transformada en cuervo, regresa velozmente junto a Navután.
Pero ya es tarde: justo en el momento de llegar, Navután exhala el último suspiro y su ojo se está cerrando para siempre. Frya comprende que será imposible revelarle a Navután el secreto de la Muerte pues acaba de morir y ya no podrá leer la Llave Kâlachakra. Y es así como, sin perder un instante, Frya toma la decisión que salvará a Navután y a la Raza blanca: se transforma en Perdiz y penetra nuevamente en Navután.
La Llave Kâlachakra debe dejarla afuera, puesto que sólo Ella puede existir en el Fondo de Sí Mismo. Frya debe revelar a Navután el Secreto de la Muerte, no sólo para lograr su resurrección, sino también para que su Esposo lo comunique a los hombres; de otra manera su inmolación habría sido en vano. Mas ¿cómo exponer a Navután el Secreto de la Muerte sin la Llave Kâlachakra, sin mostrarle ese instrumento del encadenamiento espiritual, para su comprensión? Y Frya lo decide en ese instante: como perdiz, danzará el Secreto de la Vida y de la Muerte. Expresará, con la danza, la Más Alta Sabiduría que le sea posible comprender al hombre mortal desde Afuera de Sí Mismo.
Y Frya, danzando en el Fondo de Sí Mismo, revela a Navután el Secreto procedente de Afuera de Sí Mismo. Y Navután lo comprende, se corta el hechizo causado por el Fruto del Arbol de la Vida y de la Muerte, y resucita nuevamente como inmortal. Y al bajar de su crucifixión en el Arbol, repara que su cuerpo se ha trasmutado y ahora es de Piedra Pura; y que puede comprender y expresar la Lengua de los Pájaros. Entonces Navután enseña a los Atlantes blancos las trece más tres Vrunas mediante la Lengua de los Pájaros y los encamina a comprender el Signo del Origen, “con lo que obtendrán la Más Alta Sabiduría, serán inmortales mientras el Espíritu permanece encadenado al animal hombre, y conquistarán la Eternidad cuando ganen la Batalla contra las Potencias de la Materia y sean libres en el Origen”.


Tomado del Libro "El Misterio de Belicena Villca" por Nimrod de Rosario
 

El libro El Misterio de Belicena Villca

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