El Sol Negro


En los antiguos misterios  (perdidos?), los iniciados aprendían a liberarse del ciclo “vida-muerte” y a abrirse a la realidad del mundo espiritual (mundo de la conciencia). Así como el mundo material (atómico) es iluminado por el Sol de Oro, el mundo espiritual (conciencia) es iluminado por el Sol Negro. Cuando el Sol de Oro se pone, brilla la obscura luz del misterio. Para que brille el Sol Negro, “es necesario que el Sol de Oro  de este mundo se ponga".

El Sol Negro se halla tras el Sol de Oro (metáfora) que alumbra el mundo material. Es el Sol que alumbraba las creencias espirituales nazis, representado por el dibujo que está bajo el titulo de este artículo. Por Él se sale de este mundo y se entra a otro no demiúrgico. (Siempre me pregunté si el Sol Negro será Daath?) La Esvástica (representación espiral), es la Rueda Catarina o el Molino de Wotan, que hace girar las tres Normas. Esa Rueda activa (lleva a..) la vida trascendente de los hiperbóreos, que continúa más allá”.
 
El Sol Negro, al manifestarse en el mundo, provoca un movimiento en espiral, como los chakras. El Sol Negro es vacío, fuerza trascendente que, al incidir sobre la manifestación material genera un vórtice de energía que se mueve en espiral, como una Esvástica. De ahí su representación

En el proceso de la iniciación, trátase de alcanzar más allá del último Hvel (Hvel de Algiz), esto es, alcanzar el vacío. “Es el salto al Vacío, en un Hoyo Negro, donde se acaba la luz del Sol de Oro, dentro del Sol Negro, para volver a separarse y llegar a ser nosotros, separados y unidos para siempre. La Flor Inexistente. La Resurrección se realiza en el Rayo Verde, cruzando más allá del Sol Negro”.

El culto de Atum-Ra es el culto del Sol Negro, la puerta extradimensional que nos conecta con el mundo de los dioses, cuyo culto en Heliópolis-On se remonta a los orígenes de Egipto. El Sol Negro es el Sol Primigenio, el sol que ilumina el mundo espiritual y que recoge la Tradición Primordial. Si bien el descenso al interior de la tierra (el mundo espiritual) se lleva a cabo de forma natural cuando nos dormimos, o, mejor todavía, cada vez que nos entregamos al sueño, la conciencia ordinaria (ego) no puede acceder a él, “es rechazada en el umbral del espiral (por qué o por quién?) mismo de este universo como si le cortara el paso un ángel severo colocado junto al Árbol de la Vida”.

En lo más profundo de la noche brilla en todo su poder el “Sol de Medianoche” del que hablan los misterios de la antigüedad occidental. Entonces nace una luz opuesta a la que ilumina la naturaleza física, opuesta a la que permite ver con los ojos del cuerpo. Es la percepción sutil del cuerpo y de la vida. La naturaleza “espesa” del cuerpo es superada. En la visualización del Sol Nocturno traspasamos el intervalo que separa el cese de la experiencia del estado de vigilia y el comienzo del estado de sueño. Se hace necesario llegar a un estado de concentración que diluye todos los reflejos del mundo exterior, todas las imágenes y todos los pensamientos residuales.

El Sol Negro es visualizado de forma tranquila, clara, resplandeciente.

Un Sol Negro que se abre desde el “vacío”  (luz increada?).

La experiencia de la luz absoluta se da cuando la conciencia es capaz de seguir todas las fases que traspasan la puerta entre la vivencia ordinaria y el punto de sueño profundo que corresponde al cambio de estado.

Respecto a la percepción de la luz del Sol Negro, dice Julius Évola en su libro “El Yoga Tántrico”: “Es también la luz absoluta de la región mediana, de la que hablan tan a menudo los Upanishads, y con la que, por ejemplo, se relaciona esta frase:

“Más allá de los cielos y en las profundidades del corazón” (Mahanarayana-upanishad, X,21), y también:

“Dentro del corazón, en una pequeña cavidad, reposa el universo; un fuego arde ahí, irradiando en todas las direcciones”. A aquel que franquea el límite de esta región se dirigen estas enseñanzas tradicionales conocidas:

“La oscuridad desaparece, ya no hay ahora ni noche ni día” (Çvetaçvatara-upanishad, IV, 18).
“El Atman es el dique que mantiene el mundo; más allá de ese dique no hay ni noche ni día, no hay vejez, muerte ni dolor, obra buena ni mala. Más allá de ese dique, el ciego ve, las heridas se cierran, la enfermedad se cura y la noche se hace día, pues el Brahmán es la luz eterna (Chandogya-upanishad, VIII, IV, 1-2)”.

En la práctica del yoga, los asana están ligados al principio de la inmovilidad. La inmovilidad hierática se encuentra en las antiguas tradiciones occidentales. En la práctica de la antigua mistica, por ejemplo, en la estabilidad y la inmovilidad se genera un fluido que posee un poder sobrenatural y se funde con el soberano.
Para poder percibir la luz del Sol Negro es preciso que detengamos el mundo, apagar la luz de este mundo. Detener el flujo del mundo, cesar la respiración del mundo, alcanzar la inmovilidad, la impasibilidad absoluta del Mago Tántrico.

Entonces, el espíritu se libera y se proyecta libre como una mariposa al liberarse de su crisálida. El Sol Negro es vacío que se abre cada vez más proyectando su luz inexistente sobre el mundo, luz oscura, espacio abierto infinito, puerta a otro mundo, puerta de antimateria. Dimensión hacia el mundo del espíritu que permanece abierta para los suyos: los hijos de la luz verdadera, la luz que proyecta el Sol Negro.

La humanidad actual, volcada totalmente hacia el materialismo y hacia la ilusión del mundo atómico holográfico, es incapaz de percibir la luz del Sol Negro. No obstante, su luz nunca ha dejado de brillar. La certeza de la muerte del cuerpo físico es algo a lo que el hombre no puede sustraerse. La imposibilidad de establecer vivienda firme sobre el barro, así como la crueldad del mundo al corregir el vicio y la degeneración hace que muchos busquen. Pero la VIDA es irreconciliable con la muerte. No puede vivirse por y para el mundo sin morir con él. Ya hemos explicado que la VIDA no es el mundo. El mundo es la muerte y aún más allá de ella. De esto nos habla la Tradición de los antiguos. Los Maestros verdaderos, los que han superado el mundo y vencido a la vida y a la muerte, transmutándose, abandonan el mundo en un carro de fuego serpentino hacia… .




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